Ayer me hice sopa con estrellitas y me recordó a mi niñez. De pequeña era una fan loca de los cuentos, y supongo, que algo de esa fangirl se activó en consulta por la tarde, ya que me vi a mi misma contando un par de historietas. Te cuento una de ellas a ti también:
«Érase una vez un pajarito llamado Rito. Rito nació en una jaula dorada, y, desde su primer píopío, recuerda los humanos que lo mimaban y atendían. Creció creyendo que el mundo entero estaba contenido en su jaula, llena de atenciones y libre de peligros. Un día, la puerta de la jaula se abrió por accidente y Rito voló hacia el cielo.
Al principio, el viento lo desorientó, pero pronto se dio cuenta de que el mundo era mucho más grande de lo que había imaginado. Sin embargo, proceder de aquella jaula dorada le impedía valerse por si mismo: dependía de otros para comer, no sabía defenderse en caso de necesitarlo, y no había podido entrenar sus habilidades voladoras. A Rito le aterrorizaba volar libre. A pesar de poder campar a sus anchas por el cielo, Rito siempre volvía a su jaulita esperando ser cuidado, pues no conocía otra cosa. Rito no entendió que, más allá de las barras doradas, estaba la verdadera libertad. Solo veía lo que conocía«.
Y hasta aquí el momento Ted Mosby.
Las experiencias tempranas influyen tanto en lo que esperamos del mundo, que literal no vemos lo que tenemos delante, lo vemos a través de nuestro propio sesgo. Afortunadamente, revisando nuestra historia de vida, podemos darnos cuenta de cómo ha sido nuestro comienzo en el mundo, y podemos entender mejor qué nos sostiene y ayuda a manejarnos en él. Sin embargo, a veces, las experiencias tempranas no son las más sanas o deseables, y eso lleva a que nuestras maneras de sostenernos no sean las más sanas ni las más deseables tampoco.
La historia de Rito refleja efectivamente cómo sus primeras experiencias y creencias, limitan tanto sus expectativas, como sus decisiones. En su caso, la jaula dorada representa la seguridad, pero también el miedo y la falta de libertad. Si Rito pudiera ir a terapia, le ayudaríamos a explorar sus miedos, a entender de dónde vienen sus creencias sobre la seguridad y el mundo exterior, y le daríamos herramientas para manejar la incertidumbre al volar libremente; de la misma manera que una persona en terapia enfrenta sus propios miedos y creencias limitantes.
A través de un proceso de autoconocimiento y crecimiento emocional, Rito podría aprender a confiar en sus alas y enfrentarse al miedo de lo desconocido, entendiendo que la verdadera libertad la encontramos cuando podemos elegir algo, por pequeño que sea.
De momento soy psicóloga y no etóloga, aún así, cada día acompaño a personas que descubren que el mundo es más grande y rico de lo que habían imaginado, explorando su verdadero potencial. Espero de corazón que en tu día a día sientas que eres tú quién lleva las riendas de tu vida, y que puedas mover tus alas en la dirección que tenga sentido para ti.
PD: El pajarito que ves en la imagen es Rito cuando dejó de tener yuyu a volar. Vino a vernos a mis amigas y a mí un día en el desayuno. ¡Gracias por leerme!