¿Has oído hablar del negocio de la nostalgia? Si googleas, te aparecerán varias referencias en periódicos y medios de comunicación online en las que se alude a esta estrategia de marketing. En resumidas cuentas, la base sobre la que se desarrolla esta táctica es en el sentimiento de añoranza sobre las cosas que pertenecen a nuestras experiencias tempranas, y la gratitud que se experimenta al sentirlas de nuevo. ¿Cuántos remakes cinematográficos has ido a ver en los últimos cinco años? ¿Cómo de ricas estaban las albóndigas de tu abuela? ¿Cómo de guay es recuperar la bomber vintage de tu padre y ponértela un día? Tendemos a guardar buen recuerdo sobre aquellas cosas que nos hicieron felices cuando éramos niñas, y eso cariño, lo utilizan miles de publicistas y empresas para que consumas. Con el aumento de la longevidad, el marketing de la nostalgia tiene más mercado y retroalimenta más de lo que somos conscientes la idea de que el mundo puede llegar a ser como antaño.
Aunque sería interesante hablar del neuromarketing que hay detrás de esto, lo que quiero contarte hoy tiene más bien que ver con los poquitos adolescentes que tenemos en proporción a la población adulta y con la relación que ésta habitualmente establece con ellos. En base a lo que veo en consulta, siento que gran parte de la sociedad vive en el adultismo. Prefiero conectarte con él, que hablarte de él: Imagina que estás dando un paseo por tu barrio, y en un banco ves a un grupo de chavales de unos 14 años con la mirada absorta en sus móviles, sin interactuar entre sí. ¿Qué se te viene a la mente al contemplar esta escena?
Si has nacido antes del 1994, estoy convencida de que algún pensamiento negativo sobre el uso de la tecnología y el ocio se te ha colao. Por desgracia, es natural (soy la primera que los he tenido) por esto del adultismo que te decía, aunque también podría haber ahí cierta tecnofobia y neofobia. Ya basta de palabros, promised. Voy por partes.
El adultismo es una posición relacional desde la cual la persona se vincula con personas más jóvenes que ella desde una superioridad moral y/o invalidación. Volvamos a la escena del banco de antes. “a su edad yo no tenía ni para pipas”, “míralos, hipnotizados con el móvil; a su edad yo jugaba en la calle”, “ya no hablan ni entre ellos, qué triste”… Lo importante es que veamos en estos mensajes el prejuicio y connotación negativa que existe hacia el adolescente y lo que hace o tiene. ¿Por qué pasa esto? Porque aunque sabemos que el mundo ha cambiado, muchas veces estamos en él como si funcionara igual a cuando nosotras teníamos esa edad. Usamos nuestros recuerdos como referencia, y no siempre nos mola cuando vemos comportamientos que se salen de nuestro marco.
En vez de rechazar los nuevos comportamientos y la tecnología, intentemos establecer puentes de conexión entre lo que hay ahora, y era entonces. Como millenial que soy, antaño me volvía loca comprando la «Bravo» o la «Superpop» en el kiosko porque salía mi crush, ¿no te parece normal que una adolescente de ahora vea en bucle el reel que esa persona acaba de subir? ¿no crees que si de adolescente hubieras tenido la oportunidad de mandar un DM por Instagram a alguno de tus ídolos lo habrías hecho? De la misma manera que con ternura recuerdas tu infancia y adolescencia (y caes en el negocio de la nostalgia), te invito a que intentes poner un poquito de ella en lo que piensas cuando ves a chavales por la calle. Sienten y necesitan lo mismo que tú necesitaste entonces. ¿O es que te sentías comprendidx por tus padres y el resto de familiares mayores?
Añadir, por último, que el trabajo simbólico con la niñx y adolescente interior consiste en convertirnos en las adultas que necesitamos y darnos amorchi desde ahí. Suelen ser súper bonitos este tipo de acompañamientos, y muy reparadores. Si has podido sentirlo, te invito a que plantes esas semillitas también. Confío en que, si este trabajo lo llevamos hacia fuera, hacia los menores reales que nos rodean; esas personitas probablemente se ahorren unos cuantos euros de mayores en el psicólogo. Y quizá, yo me dedique a otra cosa 😊 (siempre me interesó la biología marina e historia del arte).
¡Gracias por leerme!